Cuando encuentres hogar

cuando el hogar

El chirrido de la puerta que se abría cuando ya era mañana. Cerraduras que ceden para que el aire refresque el sueño que dejó la noche.

La leche calentando en su cazo, el olor del nuevo día por el pasillo de aquella casa que ya tiene distinto valor porque poco queda de su esencia.

Ella colocando su desayuno: quesitos, frutos secos ordenados en fila sobre el mantel, y si cierro los ojos vuelvo a besar su cara bañada en crema. Buenos días.

Él podía estar o no estar. A veces en silencio leyendo el periódico, o abajo en su garaje ordenando sus trastos, o en la ciudad de recados y secretos. Y también sé cómo se sentía mi boca sobre su cara arrugada, áspera y recién afeitada. Buenos días.

Después, la radio de fondo. El césped. El calor. El cemento. La piedra de las escaleras. Mi paseo para comprobar el orden. Los pájaros cantando. Un gato ha trepado el ladrillo.

Hay abejas volando, bailando sobre pétalos y acechando mi piel.

El chorro del agua suena a lo lejos, y altera el silencio a la vez que ofrece paz. Las flores ya regadas se abren al sol, puede que corte alguna para meter en cristal.

Mientras escribo esto lloro bajito y profundo. Hay recuerdos que son cicatrices que no curan, y menos mal.

Son muchos años diferentes, días distintos, pero tengo en la memoria patrones que son hogar. Como si todos los días hubiera sol, como si los filetes fueran un menú y se cocinaran siempre y el canalón intentara esconder el humo que se filtraba al jardín. Como si todos los días, pasado el mediodía, oliera a Nivea y a piel mojada en la piscina. Sus brazadas y nuestras confidencias. Vamos a regar juntas con los pies descalzos por el césped.

Todo ha cambiado porque el paso del tiempo y la muerte juegan en contra de lo estable. Y gracias. Y esto es tan mío que quizá no merezca ni estar escrito, aunque el recuerdo que aun guardo es la casa que estamos perdiendo y pese a que lo comparta no puede ser alterado.

El hogar no se cambia. Del hogar venimos y a él volvemos. No es la casa, no son sus cimientos, no son sus cosas ni sus muebles. No es mi habitación de niña. Es la memoria que revivo cuando lo necesito. Es lo que aprendo cada día con sorpresa y a veces indignación, que me hace elegir un presente distinto en el que conservo lo más rico de mi vida. Lo que yo viví y nadie más. Lo que entiendo que no quiero para mi futuro y lo que anhelo conservar y cuidar en el presente: calma, paz y amor.

El hogar son recuerdos, las personas que nos abrazaron antes y las que nos cuidan ahora. El hogar es reír y a veces llorar, es superar miedos y afrontar dificultades. El hogar puede ser el mar a la deriva o un cuidado jardín en el que descansar y rendirse al cansancio. El hogar puede ser muchos lugares, recuerdos, ilusiones y caricias.

El hogar está dentro de mí.

Después, la cena y el aire fresco entrando por la puerta. Atardecer cálido, amarillo, naranja, cielo oscuro. Estrellas y luna. Lo mismo que hoy, lo mismo que mañana, pero distinto. Hogar, después de todo.

«Nunca podremos rebobinar la vida, pero sí seguir hacia delante.
Hasta la próxima canción que nos haga volar.»

Defreds

Un comentario Agrega el tuyo

  1. It’s awesome to visit this website and reading the views of all mates
    about this paragraph, while I am also keen of getting experience.

    Me gusta

Deja un comentario